A alcaldes y presidentes regionales electos les viene y les vendrá bien sentarse a conversar con Alan García.
Y al propio García ello tiene y tendrá que recordarle que no solo es jefe de Gobierno sino también jefe del Estado. Y algo más: que el Estado Peruano es indivisible y que el Gobierno es unitario.
O sea que las autonomías municipales y regionales terminan ahí donde comienzan las prerrogativas constitucionalmente unitarias del Gobierno y las indivisibles del Estado.
Subrayado esto, a ninguna nueva o vieja autoridad regional debería ocurrírsele jugar al estado federado, pretendiendo hacer lo que le dé la gana. Tampoco el Gobierno debería renunciar a sus competencias vigentes de control y fiscalización de los recursos transferidos desde las arcas del Tesoro Público.
Lo que hemos visto en los últimos cuatro años es una estrategia cruzada absolutamente anómala e irresponsable. De un lado el Gobierno, jugando al ‘muertito’, es decir a que no ve ni oye ni huele nada. Y de otro, las presidencias regionales, jugando a los ‘nuevos ricos’ y al dispendio presupuestal al amparo de una mal entendida autonomía. El Gobierno no puede desatenderse de las regiones como estas dejar de estar en la línea normal y básica de reporte a Economía y Finanzas.
Las autonomías municipales y regionales deberían ingresar en un proceso de entrenamiento eficiente y competitivo para que no se produzca el desastre en gestión que muchas de ellas exhiben actualmente.
De ahí que sea muy útil para el país, en este tiempo postelectoral, que García tenga del otro lado de la mesa a alcaldes y presidentes regionales y vea con ellos, más de cerca, sus necesidades, pero que también estos se comprometan a reconocer controles y fiscalizaciones.
Si queremos, en verdad, ver fortalecidas nuestras instituciones y más eficientes nuestros mecanismos democráticos, comencemos por proteger el ordenamiento territorial del país, yendo pronto hacia la formación de reales regiones como parte de la conjunción ad hoc de dos o más departamentos.
La otra tarea fundamental consiste en regular las transferencias de dinero a las regiones, mediante una estructura garantizada de gasto eficiente.
¿Podrán comprometerse a esto García y su ministro de Economía y Finanzas, Ismael Benavides?.
Por: Juan Paredes Castro
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