Si usted cree que las apariencias no determinan, y lo que lo único importante es el fondo de las cosas, está en lo cierto… siempre y cuando usted no sea un candidato político.
En comunicación política es fundamental el vínculo emocional con el elector. Es tan importante como lo es en cualquier relación sentimental.
En el márketing electoral ocurre lo mismo. Es verdad que el candidato debe presentar propuestas que busquen mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, pero debe también tener esa habilidad para llegar al elector y convencerlo de votar por él. Es algo que va más allá de asuntos objetivos y planes de gobierno. A esto los consultores políticos lo llamamos Likeability o Factor L. La pregunta que muchos candidatos y políticos se harán es:¿Tengo yo ese Factor L? ¿Y si no lo tengo, cómo lo consigo?
Para ellos tenemos dos noticias, una buena y una mala. La mala: se nace con Factor L. Esto es algo que no se aprende o imita. Un pintor nace con un talento y el aprendizaje posterior de ciertas técnicas lo ayuda a mejorar su producción, pero nadie aprende a ser pintor. En este caso hay políticos que tienen una habilidad natural para caer bien y comunicarse fácilmente con sus electores.
La buena noticia es que cuando un candidato es frío, es decir, no llega al elector, puede tratar de compensar esto integrando visiblemente a su plancha electoral a otra figura política que si tenga Factor L. Desde luego esto implica un delicado juego de estrategia política y mediática para no opacar al candidato presidencial. Esto fue lo que el Partido Republicano intentó hacer con la atractiva, juvenil e irreverente Sarah Palin, a quien puso al lado del veterano, aburrido y no muy carismático John McCain.
¿Y cómo entra en juego el Factor L en un debate presidencial?
El debate es, ha sido y será uno de los componentes básicos, muchas veces decisivo, en cualquier campaña electoral y aquí también está presente el Factor L. Para el elector no basta con escuchar propuestas y comparar lo que dice uno u otro candidato. El Factor L entra en juego cuando el elector siente que determinado candidato le está hablando con sinceridad y convicción, y que, además, tendrá la capacidad y determinación para cumplir con sus promesas. En un debate el elector tiene cuatro o cinco candidatos prometiendo de todo. Nadie puede saber quién podrá cumplir con dichas promesas.
Aquí entra en juego otro factor: M/M. A esto llamamos la unidad Mensaje/Mensajero. El candidato debe escoger como tema central no solo aquello que decida su equipo de campaña basado en los estudios del mercado electoral. El candidato debe, por su parte, trabajar con dicho tema. Debe profundizarlo, interiorizarlo. Solo así podrá llegar al corazón del elector. Porque candidato que no toca corazones, no gana elecciones.
Por: Javier Maza
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