“Lima está más alejada del Perú que Londres, si bien en ninguna parte de América se peca por exceso de patriotismo, no conozco lugar en que este sentimiento sea más apagado”, advertía el barón Alexander von Humboldt en carta de 1803.
Estas frases cobran especial vigencia ahora que Puno arde y el Ejecutivo tiene a bien decretar el 28 de junio como Día del Cebiche. Mientras el descontrol y la violencia imperan en varios puntos del departamento altiplánico, cobrando invalorables vidas y a Puno no llega turista alguno, el Ministerio de la Producción se dedica a declarar el cebiche como plato de bandera.
Lo que se espera del Poder Ejecutivo es una acción para recuperar el orden y resolver un conflicto que ya parió varios otros, y con nuevos protagonistas, gracias a la inexplicable inacción del gobierno del doctor Alan García Pérez a lo largo de 42 días.
Puno, es bueno recordarlo, es la segunda región con la mayor cantidad de hectáreas concesionadas. Para tener una idea: las concesiones mineras pasaron de 433.321 hectáreas en el año 2002 a 1’643.746 en el 2010. Es decir un crecimiento de 279%. ¿Alguien en su sano juicio podía pensar que esto no iba generar problemas, antes que después?
La población aimara y quechua está siendo constantemente desinformada por azuzadores profesionales. Lógico resulta que los pobladores perciban la proliferación de concesiones como una potencial amenaza ambiental. La mayor parte de las actuales exploraciones mineras puneñas está vinculada al uranio. Se padece una creciente y contaminadora minería informal (motivo de una de las protestas) y, además, hay dos lotes petroleros ni más ni menos que en el lago Titicaca. Pese a que la Constitución prohíbe el otorgamiento de concesiones a empresas extranjeras, en un rango de 50 kilómetros de la frontera, varias empresas extranjeras tienen concesiones en dichas zonas.
Tan importantes decisiones son adoptadas en Lima por personas que –las más de las veces– desconocen los sitios, sobre mapas desactualizados y sin respetar la vocación de las tierras y su relación con las poblaciones. Vamos, y tomar una decisión que compete a Puno en la capital sabiendo –como bien decía Von Humboldt– que “Lima está más alejada del Perú que Londres”, no parece lo más adecuado.
Muy locuaz es nuestro actual presidente, pero su gobierno ha sido incapaz de articular una campaña de comunicación coherente que contrarreste la agitación y propaganda en la zona, y calme al inmenso grupo de pobladores que no se ha plegado a ninguna de las diferentes protestas. Un grupo que quiere y requiere seguir con sus trabajos y sus vidas, pero que se ve amenazado y asustado por un puñado de “dirigentes”.
A pocas semanas del cambio de gobierno, el saliente se ha graduado con honores de “incomunicador” profesional.
La presidenta del Consejo de Ministros, doctora Rosario Fernández, cree que con tres papelitos en la mano cuyo texto aparecerá publicado en el diario oficial “El Peruano” se acabó el lío. Esas leyes, supuestamente, responden a las preocupaciones de uno de los grupos de la población alzada. Hay más.
Lo más curioso –en esta etapa predía del cebiche– es que las autoridades hablan desde Lima y para Lima. Negocian un tema sin saber que hay grupos con otras demandas. ¿No sería oportuno realizar una sesión de Consejo de Ministros en Puno para dar señales claras a la población? ¿El “día del cebiche” es el mensaje? Decía Humboldt que en Lima “un egoísmo frío gobierna a todos y lo que no perjudica a uno no incumbe al otro”. Que le caiga bien su cebiche, doctor García.
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