12 de agosto de 2011

CIEN AÑOS DE RISAS

MÉXICO [EFE]. “Parece que se ha ido, pero no es cierto”, fue la frase elegida para su epitafio por el genial cómico mexicano Mario Moreno, más conocido como Cantinflas, que hoy cumpliría cien años y cuyo legendario personaje fue un mito popular mexicano que sería inmortalizado en el Paseo de las Estrellas de Hollywood.

La celebridad de uno de los comediantes más universales que ha dado ese país dejaría a Moreno Reyes (1911-1993) a las puertas del premio Príncipe de Asturias de las Artes, del que en 1992 le separaría un solo voto; en 1993 fue nominado nuevamente, apenas doce días antes de su muerte.

Y aunque el tiempo ha pasado, su humor global, el primero en trascender fronteras en lengua española, sigue en plena actualidad. De hecho, se prevé una reedición en 3D de una de sus cintas más famosas, la que supuso su desembarco en Hollywood: “La vuelta al mundo en 80 días”. Dirigida por Michael Anderson en 1956, la película –que recibió cinco Óscar– mostró al mundo el humor del mexicano, una forma de hacer reír que, a pesar de estar muy alejada del gusto sajón, arrasó en el entorno hispanohablante.

Además de ello, el director mexicano Alejandro Gómez Monteverde planea llevar a las pantallas una película biográfica sobre el genial cómico, que sería rodada en México y protagonizada por el actor español Óscar Jaenada.

UNA NUEVA FORMA DE HACER HUMOR
Moreno inventó un nuevo modo de hacer humor, su personaje, Cantinflas, era una caricatura del pobre más pobre, del más borracho y arrastrado, y su forma de hablar, que se iba volviendo progresivamente incomprensible e incongruente, le daba el toque surrealista necesario para reírse hasta el cansancio.

Y así llegó y arrasó en España, en pleno franquismo, con su humor y su gestualidad inocente, y su manera de hacer que su ‘peladito’ quedase por encima de los poderosos, gracias a sus ocurrencias, simples, pero determinantes, que tan bien enganchaban con el público español.

Su influencia fue tal que la Real Academia Española reconoció el verbo ‘cantinflear’: Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada; y los sustantivos ‘cantinfleo’: Acción y efecto de hablar mucho con escasa o nula coherencia, y ‘cantinflas’ para definir a una persona ‘que habla o actúa como Cantinflas’.

Sus parodias de vaqueros, boxeadores, policías o curas, e incluso, de los tan respetados toreros, a los que imitaba en sus movimientos mientras se recogía un pantalón tres tallas más grande de la suya atándolo con una cuerda a la cintura, compusieron un universo muy personal como divertido.

Para muchos -algunos historiadores incluidos- Cantinflas fue un símbolo del pueblo mexicano.

LÍDER EN NEGOCIOS E INVOLUCRADO EN POLÍTICA
Además de ser un líder en los negocios -creó su propia productora y montó una ganadería bajo el hierro “Moreno Reyes”, entre otras cosas-, el actor estuvo involucrado en asuntos de la política de su país, tanto que hubo peticiones populares de candidatura a la Presidencia de la República.

También conocido como ‘el mimo de México’ o ‘el Charlot mexicano’ Moreno consiguió levantar pasiones desde sus apenas 1,70 metros de estatura, y no tanto por su ‘sex-appeal’, sino por su magnética personalidad.

Cantante, escritor, actor, compositor y productor, Mario Moreno rodó como Cantinflas unos 51 largometrajes que dieron la vuelta al mundo.

UN SUBVERSIVO EN EL HABLA
Actor y empresario, Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes fue el cuarto de ocho hijos y se crio en la colonia Guerrero de Ciudad de México y de la mano de Cantinflas ganaría un espacio en la llamada Época de Oro del cine mexicano (1936-1955) junto a figuras como María Félix o Jorge Negrete.

El crítico mexicano Carlos Bonfil, del diario “La Jornada”, refiere que Cantinflas fue “un cómico excepcional que con los años se volvió predecible, lleno de fórmulas y clichés, y terminaría convertido en una figura accesoria”. “La imagen clave que los mexicanos conservamos de Cantinflas es la de un ser crítico, subversivo en el habla, que expone la retórica gastada de los gobiernos de turno”, agrega.

El 20 de abril de 1993, a los 81 años, un cáncer de pulmón terminaría con la vida de un actor solo comparable al Charlot de Charles Chaplin.

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