25 de noviembre de 2012

¿CÓMO CONSTRUIR UN PARTIDO FUERTE?

Perú sigue siendo una democracia sin partidos. Ningún partido nacional creado desde 1980 ha echado raíces. La lista de partidos fracasados es larga y sigue creciendo. 

Con el surgimiento de nuevos proyectos de izquierda (Fuerza Ciudadana y el Movimiento de Afirmación Social) y rumores sobre la creación de un Partido Liberal, vale la pena pensar en las condiciones que facilitan la formación de partidos. ¿Cómo se construye un partido sólido? La semana pasada, hubo una conferencia en Harvard sobre la construcción de partidos en América Latina (participaron dos excelentes politólogos peruanos: Paula Muñoz y Alberto Vergara), y de allí surgieron dos lecciones para los nuevos partidos.

Primero, hay que construir una organización. Casi todos los nuevos partidos latinoamericanos que han sido exitosos a través del tiempo tienen organizaciones fuertes, con militantes en todo el país. ¿Cuáles son los nuevos partidos que se han institucionalizado en América Latina en las últimas décadas? Son el PT en Brasil; el Frente Amplio en Uruguay; el PRD en México; ARENA y el FMLN en El Salvador; UDI y el PPD en Chile; y quizás el MAS en Bolivia. Salvo el PPD, todos estos partidos tienen organizaciones fuertes. 

El problema es que la construcción de organizaciones partidarias es difícil. Pocos políticos tienen el tiempo, los recursos y la voluntad necesaria para invertir seriamente en esa tarea. Y estarán menos dispuestos a hacerlo cuando pueden llegar al electorado a través de medios alternativos, como el Estado o los medios de comunicación. Según Brandon Van Dyck, un estudiante de doctorado de Harvard, son los partidos sin acceso al Estado o los medios de comunicación que más invierten en organización. Por ejemplo, el PT y el PRD, que nacieron bajo regímenes autoritarios, no tenían otra alternativa que construir organizaciones. Paradójicamente, entonces, la adversidad–y en algunos casos, el autoritarismo–puede fomentar la construcción de organizaciones más fuertes. 

Otro factor que fortalece la organización es el conflicto. Periodos de polarización, conflicto violento o represión fortalecen a las organizaciones partidarias porque generan solidaridad, mística e identidades fuertes. Casi todos los partidos o sistemas de partidos más fuertes en América Latina surgieron o se consolidaron durante un conflicto fuerte: una guerra civil (Colombia, Uruguay, Costa Rica), una revolución social (México, Nicaragua) o un periodo de polarización violenta (el APRA en los años 30 y 40). De hecho, dos de los nuevos partidos más exitosos de los últimos años, el FMLN y ARENA, surgieron de la guerra civil salvadoreña.

Otro factor que ayuda en la construcción de una organización partidaria es ser aliados de la sociedad civil. El PT fue construido con la ayuda de sindicatos, la iglesia progresista, y varios movimientos sociales, y su crecimiento en los últimos años ha sido facilitado por su nexo con una gran cantidad de ONG y otros grupos de la sociedad civil. El MAS en Bolivia fue construido sobre sindicatos, grupos cocaleros, organizaciones indígenas, y asociaciones vecinales. En El Salvador, ARENA fue construido sobre la infraestructura de ORDEN, una organización paramilitar que operó en los años 70.

El segundo consejo para los nuevos partidos es que necesitan establecer una marca. El electorado tiene que poder distinguir el partido de los demás partidos y asociarlo con ciertas ideas, políticas o modos de gobernar. Casi todos los partidos que se institucionalizan tienen una marca clara y conocida. Según el politólogo Noam Lupu, desarrollar una marca requiere dos cosas. Primero, los partidos tienen que diferenciarse de sus rivales. Los nuevos partidos más exitosos adoptan posiciones claras y no ambiguas. En algunos casos, son posiciones radicales. No es casualidad que casi todos los nuevos partidos que echaron raíces en América Latina en las ultimas décadas surgieron con programas claramente de derecha (ARENA y UDI) o izquierda (PT, FA, FMLN). Segundo, los partidos tienen que ser consistentes. Cambios dramáticos de principios o de programa diluyen la marca, sobre todo durante los primeros años. Según Lupu, los partidos que diluyen a sus marcas con grandes giros programáticos son vulnerables al colapso. 

En resumen, los nuevos partidos necesitan organización y una marca sólida. ¿Conseguirán estas cosas los nuevos partidos peruanos? Temo que no. Las condiciones actuales en el Perú no favorecen la construcción de organizaciones partidarias. La mayoría de los partidos no enfrentan una gran adversidad. Tienen acceso a los medios y al Estado (sobre todo en el nivel municipal y regional). No existe una gran polarización o conflicto, por lo menos en el nivel nacional. Y no existen muchas organizaciones en la sociedad (sindicatos, organizaciones indígenas) capaces de contribuir a la construcción de partidos nacionales. 

Tampoco existen condiciones favorables para el desarrollo de marcas partidarias. El actual “consenso de Lima” alrededor del statu quo ha generado una convergencia programática entre los partidos importantes. No hay grandes debates programáticos. Como consecuencia, los partidos no pueden diferenciarse fácilmente de sus rivales. Y los partidos con programas distintos han abandonado estos programas una vez en el poder. Esta “alternancia sin alternativa” (tomando una frase de Alberto Vergara) ha diluido la marca de Perú Posible, APRA, y el PNP. Para el nacionalismo, cuya marca es nueva, esta dilución podría ser fatal. 

No existen condiciones favorables para la consolidación de nuevos partidos en el Perú. Las excepciones son el fujimorismo y el MOVADEF. El fujimorismo se reconstruyó entre 2001 y 2006 bajo condiciones de cierta adversidad y conflicto. En algunas zonas, tenía como base organizacional los comedores populares. Y mantiene una marca clara y consistente. 

MOVADEF esta excluido del Estado y de los medios, lo cual genera incentivos para la organización. Está formándose en condiciones de conflicto y cierta persecución. Tiene mística y militantes con identidades fuertes. Tiene una marca clara y diferenciada de los demás partidos. Lo que no tiene, por suerte, son votos.


Por: Steven Levitsky

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