El viernes pasado, el colega José Luis Vargas Gutiérrez fue reconocido por la Municipalidad Provincial de Arequipa, con el diploma y medalla de la cultura, por, según dice dicho diploma: "su labor académica, cultural y socio-educativa"; dicho reconocimiento, más que merecido, realza la importancia de una carrera dedicada a lo académico y cultural, como lo mencionaron Jorge Bedregal, Héctor Ballón, Carlos Rivera, etc; quienes en sendos discursos resaltaron las cualidades académicas, personales, familiares, profesionales, etc., del homenajeado, obviamente desde sus respectivos ámbitos: como colega, alumno y amigo, respectivamente. Pero faltó una mención especial, como profesor; y creo, humildemente, tener la obligación de referirme a este punto.
Hace años, cuando ingresé a la Escuela Profesional de Sociología de la UNSA (con el único objetivo de cambiarme de carrera a Derecho, ya que en sendos exámenes de admisión, no alcanzaba el puntaje requerido para estudiar leyes); estábamos en el aula, callados y con el miedo típico del cachimbo, cuando luego de la perorata tradicional de un enternado y encorbatado saliente director de Escuela, lo que afianzaba nuestra idea de que habíamos ingresado al "mundo académico"; ingresó al aula un pata con ropa informal, sin corbata, con maletín en el hombre y con lentes oscuros (en esa época los usaba); tiró su maletín en el pupitre del profesor, se quitó los lentes de sol, sacó un estuche con sus lentes de medida y se quedó mirándonos un rato, su primera pregunta fue ¿Alguna vez han oído la palabra sociología? Como para romper el hielo, ante la ausencia de respuestas, dijo "saquen una hoja en blanco" y nos tomó lo que serpia un examen de entrada (no sé si lo sigue haciendo); dicha prueba consistía en nombrar la profesión de los siguientes personajes (aún los recuerdo): Max weber, Wright Mills, Robert Merton, Perter Berger, Bill Gates, Pierre Bourdeau, Norbert Elías, Talcott Parsons, Jurgen Habermas, Karl Marx, Hannah Arendt, Louis Althuser, Emile Durkheim, Anthony Giddens, Manuel Castells, Julio Cotler, Gonzalo Portocarrero, José Carlos Mariátegui, Anibal Quijano y George Mead. Claro está que en dicho examen, cuyas notos nunca nos dio, supongo que todos salimos desaprobados, ya que nunca habíamos escuchado esos nombrecitos tan difíciles de pronunciar y, peor aún, de escribir. Sin embargo sus clases posteriores fueron un deleite para quienes no sabíamos nada de sociología y para quienes, a pesar de todo, decidimos quedarnos a estudiar esta hermosa carrera. Como lo mencioné al principio de este párrafo, yo tenía la intención de cambiarme de carrera, pero fue José Luis Vargas (y otro profesor más) quién me hizo "enamorar" de la carrera en ese primer año, así que el hecho de que sea sociólogo, en gran parte se lo debo a él.
Pero José Luis, como lo llamaba aún siendo yo estudiante, sin las formalidades (Lic. Mg. Dr.) que quienes hemos estudiado fuera de Arequipa, sabemos son inútiles; no solo fue profesor mí dentro de los claustros agustinos. Fue él, quien en un acto de confianza (que siempre agradeceré) me consiguió mi primer trabajo como sociólogo, estando yo en cuarto año de carrera: Hacer un diagnóstico para la Cooperación Española; fueron semanas en las que aprendí bastante de él, especialmente en investigación social.
Ahora como colegas, José Luis sigue siendo mi profesor en otras cosas que he tratado de aprender y aplicar en mi vida académica, como la importancia de escribir, la actualización académica permanente (especialmente para quienes hemos sido llevados al mundo académico de la enseñanza universitaria) y nunca conformarse, siempre superarse.
Gracias José Luis por tantas enseñanzas, felicitaciones por tan merecido homenaje y disculpas por no haber podido asistir.
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